Una corona eterna… (en español y portugués)
Por la ventana de la habitación entraban tenuemente los últimos rayos de sol avisándonos que ya se acercaba el horario de transmisión de los juegos olímpicos. Era la primera vez que yo acompañaba con tanto interés este evento internacional. El responsable era mi hijo mayor que, por tener una pasión innata por el deporte, había organizado sus horarios para ver con nosotros los juegos de Tokio que, por el huso horario, serían transmitidos durante la noche hasta la madrugada. Si mi hijo mayor fue el responsable en un inicio, hubo otras personas que reforzaron este interés y que fueron algunos de los destaques de estas olimpiadas. Primero fue una niñita brasileña de trece años que se entregó con candor y libertad al muchas veces incomprendido deporte del skate. Después fueron los deportistas brasileños del surf, del salto de garrocha, del remo, entre otros… todos, gente simple, con pocos recursos económicos quienes, con algún patrocinio, pero principalmente con mucha dedicación, se esfor