El mar y yo (cuento en español y portugués)
(Foto: rutachalaca.home.blog ) Sentir el eco sordo del mar retirándose de la piedras pulidas y redondas del balneario de La Punta es el recuerdo más antiguo que tengo de mi contacto con el mar. La foto de una niñita cachetona, china de risa, con un sombrerito de sol, es una prueba permanente de ese recuerdo. Caminar encima de esas piedras, sin zapatos, era una terapia para los que teníamos los pies planos casi semejante a una tortura medieval, pero, para quien no quería incomodarse, usar unas antiestéticas zapatillas era la mejor solución a dicho problema. Otro recuerdo me viene a la memoria, el de ir por el circuito de playas, pasando por Barranco hasta llegar a Chorrillos, a una reservada y escondida playa en la época, llamada La Herradura. La Herradura era una playa de arena gris cenizo por causa de la cantidad de plomo que hay en ella. Hacer castillos de arena y caminar sin zapatos de la mano de mi papá me parecía la coronación perfecta de cualquier final de semana familiar. (F