Los pequeños milagros de una vida común (en español y portugués)

Foto por Gustavo Fring de Pexels

Mirar abstraída, durante la cena, como una simple espectadora a mi esposo y a mis hijos conversando y riendo todos a la vez, me emociona.  Esa emoción me suscita el deseo de hacer una breve oración de gratitud a Dios por poder participar de esta experiencia cada vez más singular.  En ese momento hago un “click” en mi memoria e intento guardar esa imagen como uno de mis más atesorados recuerdos.

Esta experiencia de admiración frente al “misterio” es semejante a la que tengo cuando, contemplando las estrellas, me maravillo con la grandiosidad del espectáculo y con el milagro que es la creación... aunque muchas veces delante de nuestros ojos, estos “milagros” pasen desapercibidos. 

De la misma forma que presenciamos una escena familiar o un anochecer estrellado, existen un innúmero de circunstancias en nuestras vidas que son extraordinarias.  El misterio de la Vida, del Amor y de la Creación son pequeños milagros, así como muchos otros que surgen cotidianamente como fruto de una plegaria intensa en el desespero de la impotencia de nuestra humanidad, ante el dolor, la enfermedad o la muerte.

Pero la memoria del hombre es frágil y con frecuencia la ingratitud se apodera de nuestros corazones, negando todo lo que de extraordinario pueda haber tenido esa experiencia de oración, porque para creer en milagros pequeños o grandes, necesitamos creer en Dios.

Hoy les voy a contar una experiencia de la cual fui testigo que es lo más cerca que he tenido de presenciar un milagro. 

“Un niño sano… hijo de una amiga… después de un viaje se enferma y presenta algunas manchas en el cuerpo.  El médico de la posta de salud le pide algunos exámenes… las plaquetas están en 50000 cuando lo normal es más de 150000.  La mamá no comprende la gravedad de la situación y por falta de recursos económicos deja que el tiempo pase sin conseguir marcar otra consulta con el médico.

Gracias a Dios, ella y su esposo nos invitan a cenar en su casa.  El día llega y en el camino se desata una fuerte tormenta… aun así, decidimos ir.

En la casa de ellos, aprovechamos para que mi esposo, que es médico, vea los exámenes de laboratorio del niño y al ver el resultado, intenta no asustarlos, pero les pide que lo lleven de urgencia al hospital.

Cuando llegan a emergencia, le vuelven a hacer el examen… las plaquetas están en 10000. Internan rápidamente al niño… el resultado indica que el riesgo de un derrame cerebral es altísimo.  En ese hospital público de São Paulo el pequeño Filipi es tratado, a muy bajo costo, con medicamentos carísimos, inaccesibles para cualquier persona… que permiten que se recupere en 6 meses.

Fueron muchas las variables que coincidieron para que la vida de ese niño se preservara.  La cena, los exámenes anteriores, que mi esposo sea médico, vivir en una metrópoli como São Paulo, que el hospital tenga estos medicamentos accesibles a todos, etc.   No quiero ni pensar en lo que hubiera pasado si se hubieran demorado unos días más en atenderlo.”

¿Fue un milagro? ¡Creo que sí y es así como lo he interpretado, siempre!

 Mi amiga regresó a su ciudad de origen hace algunos años y cuanto esta experiencia la afectó, no lo sé.  Solo sé que para mí hubo un antes y un después… y por el impacto que tuvo en mi vida… ¡creo que puedo considerarme más que una simple espectadora!




Os pequenos milagres de uma vida comum (português)
Olhar como simples espectadora o meu esposo e os meus filhos falando e rindo ao mesmo tempo, durante a ceia, me emociona. Esta emoção faz nascer em mim a vontade de fazer uma oração de gratidão a Deus por poder vivenciar esta experiência singular. Fazendo um “click” na minha memória, tento guardar essa imagem como um tesouro nas minhas lembranças.

Esta experiência de admiração frente ao “mistério” se assemelha à quando eu contemplo as estrelas e fico maravilhada com esse espetáculo grandioso, com esse milagre que é a criação… apesar que as vezes perante os nossos olhos estes milagres passam despercebidos.

 Da mesma forma que presenciamos um momento familiar ou uma noite estrelada, existem inúmeras circunstâncias em nossa vidas que são extraordinárias. O mistério da Vida, do Amor e da Criação, são pequenos milagres, assim como tantos outros que aparecem na nossa vida ordinária, frutos de nossa oração incessante ante o desespero da nossa impotente humanidade, frente a dor, a doença ou a morte.

Mas a memória do ser humano é frágil e frequentemente a ingratidão toma conta dos nossos corações, negando o extraordinário de qualquer experiência de oração, porque a meu ver, para crer em milagres pequenos ou grandes, precisamos acreditar em Deus.

Lembro-me de uma experiência da qual fui testemunha que é o mais próximo que tive de presenciar um milagre.

“Um menino saudável… filho de uma amiga… após uma viagem apresenta algumas manchas no corpo. O médico do posto pede alguns exames... as plaquetas estão em 50000 sendo que o normal é acima de 150000. A mãe não entende a gravidade do resultado e o tempo passa sem conseguir marcar retorno com o médico.

Mas, porventura, ela e seu esposo nos convidam a jantar na casa deles. O dia chega e no percurso se desata uma forte tempestade… mesmo assim, comparecemos.

Na casa deles, aproveitamos para que meu marido, que é médico, avalie os exames anteriores, e ao ver o resultado, intenta não os alarmar e pede para que levem a criança de urgência ao hospital.

Chegando lá, o exame é refeito... as plaquetas estão em 10000. O menino é internado rapidamente... o resultado significa que o risco de morte por hemorragia cerebral é altíssimo. Naquele Hospital público de São Paulo, o pequeno Filipi é tratado sem custo com medicamentos caríssimos, inacessíveis para a maioria ... que permitem que se recupere em 6 meses.

Muitas variáveis coincidiram para que a vida desta criança seja preservada. O jantar, o exame prévio, que meu esposo seja médico, viver numa grande metrópole como São Paulo, o Hospital com acesso a medicinas especiais etc. Não me atrevo, sequer, a pensar no desfecho triste que poderia ter significado a demora do atendimento do pequeno Filipi.”

Foi um milagre? Acredito que sim e assim o tenho interpretado.

Minha amiga retornou à sua cidade natal faz algum tempo e desconheço quanto esta experiência a afetou. Enquanto a mim, o impacto foi tanto que, na minha vida, posso falar de um “antes” e um “depois” e acredito que por isso, posso me considerar mais que uma simples espectadora!







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