Una fugaz alegría, en la monotonía del paisaje urbano (microcuento en español y portugués)

 


Recuerdo que era un sábado en la mañana mientras caminaba por la calle Estocolmo, en dirección a la bodega. El paisaje urbano era monótono, pero, aun así, estaba lo suficientemente animado debido a los niños que se divertían jugando en medio de la calle.

La bulla de los pequeños era irregular, matizada por gritos y por algunas lisuras que algunos palomillas incluían en sus juegos.  Un griterío como ese solo podía ser quebrado por una bulla peor y fue exactamente eso lo que ocurrió cuando escuché el sonido de una moto.

La motocicleta que pasaba iba a una velocidad media lo suficientemente prudente como para permitir que todos los chiquillos salieran corriendo a la vereda para estar seguros de cualquier eventualidad.

Varios de los niños levantaron la mano y otros en voz alta, saludaron, admirados, al motociclista que se llamaba Giovanni y era mi vecino.

En los años ochenta un motociclista ya no era tan mal visto, pero en mi casa, había una fuerte desconfianza en usar ese medio de transporte por ser considerado altamente peligroso.

Giovanni era un joven que tendría unos dieciséis años en esa época, pero al cual yo veía como un adulto por ser cinco años mayor que yo y que, a pesar de despertar mi admiración, no acababa teniendo por él ninguna atracción especial a no ser la que cualquiera de nosotros tendría por una estrella de cinema.

Sí, Giovanni tenía un porte de galán y su casaca de cuero causaba un gran alborozo entre las chicas del vecindario…, por eso, cuando sufrió el accidente, la conmoción fue grande entre todos.

En mi infancia todos los vecinos del barrio nos conocíamos y noticias como esas se esparcían con facilidad.  Mi mamá no paró de repetir por casi un mes entero que ella tenía razón al temer que alguna cosa horrible podría suceder con ese pobre chico corriendo como loco a toda velocidad con esa moto.

La magnitud de lo ocurrido trajo, después de una larga internación, un fatal desenlace.  El velorio se realizó en su casa, contando con la participación de toda la comunidad…  inclusive, también estuvieron presentes, vestidos con sus pantalones negros y sus camisas blancas, los chiquillos palomillas, que todos los días jugaban en la calle.

La escena de ver a mis “tíos”, los papás de él, llorar desconsoladamente, me impresionó.  Mis papás, amigos de ellos de toda la vida, no lograban ayudarlos en su desolación.  Era la primera vez que yo iba al entierro de alguien tan joven…

Mi tía Clara y mi tío Nicolás nunca se recuperaron del dolor de haber perdido a su hijo y después de algunos años acabaron separándose.  

No se si con apenas once años, esa experiencia me llevó a pensar en la fragilidad humana… pero lo que sí me acuerdo es que sentí mucha pena de ya no poder admirar el porte y la presencia de Giovanni que alegraban mis caminatas cotidianas, por ese monótono paisaje urbano de mi barrio de la infancia…


 Uma fugaz alegria na monotonia da paisagem urbana.

Lembro que era um sábado de manhã enquanto caminhava pela Rua Estocolmo em direção a loja de conveniência.  A paisagem urbana era monótona, mas ainda alegre o suficiente por conta das crianças que se divertiam brincando no meio da rua.

O barulho da rapaziada era irregular devido aos gritos e palavrões que alguns pestinhas incluíam em seus jogos.  Gritos como aqueles somente poderiam ser quebrados por um barulho pior e foi exatamente isso o que aconteceu quando ouvimos o som do motor de uma moto.

A moto que passava era dirigida a uma velocidade média, prudente o suficiente para permitir que todas as crianças corressem para a calçada, seguros e protegidos de qualquer eventualidade.

Várias das crianças levantaram as mãos e outras falaram em voz alta alguns cumprimentos, demonstrando admiração pelo motociclista Giovanni, que era meu vizinho.

Na década de 1980, um motoqueiro já não era tão mal visto, mas na minha casa, havia uma forte desconfiança em usar esse meio de transporte por ser considerado altamente perigoso.

Giovanni era um jovem que teria uns dezesseis anos na época, mas que eu via como um adulto por ser cinco anos mais velho do que eu.  Apesar de despertar minha admiração, não tinha por ele qualquer atração especial a menos que fosse aquela que qualquer um tem, por uma estrela de cinema.

Sim, Giovanni tinha um aspecto galante e com sua jaqueta de couro causava alvoroço entre as meninas do bairro..., foi por isso que quando sofreu o acidente, a comoção foi grande entre todos.

Durante a minha infância no bairro, todos os vizinhos se conheciam e notícias como essa se espalhavam com facilidade.  Minha mãe não parou de repetir por quase um mês inteiro que ela estava certa ao desconfiar que alguma coisa horrível poderia acontecer com aquele pobre rapaz correndo como louco a toda velocidade com aquela moto.

A magnitude do acontecido trouxe, infelizmente, depois de uma longa internação, um resultado fatal.
O velório foi na casa dele contando com a presença de toda a comunidade,  até participaram, vestidos com suas calças pretas e suas camisas brancas, as crianças que todos os dias brincavam na rua. 

A cena de ver meus “tios”, os pais dele, chorar de coração partido, me impressionou. Meus pais, amigos deles de longa data, não puderam ajudá-los em sua desolação.  Foi a primeira vez que eu ia no funeral de alguém tão jovem...

Minha tia Clara e meu tio Nicholas nunca se recuperaram da dor de ter perdido o filho e depois de alguns anos acabaram se divorciando.  

Não sei se com somente onze anos, aquela experiência me fez pensar na fragilidade humana...  mas o que eu sim lembro é que senti muito não poder continuar admirando o porte e a presença de Giovanni que alegraram meus passeios quotidianos daquela paisagem urbana monótona do meu bairro de infância...

Comentários

Postagens mais visitadas deste blog

La hermosa luminosidad de nuestros hijos… (texto en español y portugués)

Epifania - Nuestra Estrella de Belén (texto en español y portugués)

¡El fuego de la Fe! (Microcuento en español y portugués)