A mi querida abuelita… (micro cuento en español y portugués)


La casita que se encontraba al fondo del corredor era sencilla, pequeña y poco iluminada como todas las viviendas de esa pequeña quinta de la Avenida Bolivia en el distrito de Breña.  Mientras mi abuelita preparaba el almuerzo yo jugaba con las muñecas de Anita y Queta, las hijas de su vecina.  Los vecinos de mi abuelita eran una pareja de señores de mediana edad que la socorrían siempre que precisaba.


Caminar por las calles aledañas a su casa era nuestro plan típico después del almuerzo.  El distrito de Breña era, en la época, un distrito en decadencia, ya había tenido épocas mejores.  La simplicidad de los restaurantes de la zona se compensaba con los ricos platos que ofrecían.  ¡El pollo a la brasa de La Carreta, las empanadas de la panadería Liguria y los postres limeños de una dulcería ubicada en una esquina de la avenida Uruguay, eran fantásticos!

 

Es interesante recordar cómo estos momentos a solas con mi abuelita, observando con atención las construcciones antiguas de su barrio que siempre tenían alguna pequeña historia por detrás o deleitándome con alguno de esos potajes típicos de nuestra culinaria, pude gozar de su compañía y dejar que mi admiración por ella aumente.  Yo, siempre curiosa, la bombardeaba de preguntas ya que me entretenía escuchar sus historias y anécdotas de juventud que después me servirían como material para escribir algunos de mis libros.

 

En esos momentos de atenta escucha ni imaginaba como su historia podría ser interesante y de cómo me serviría de inspiración en la vida. Visitarla y quedarme a dormir en su casa, era algo que hacía con frecuencia cuando estaba de vacaciones en el colegio.  

 

Con los años fue quedando cada vez mas viejita y aunque se resistía a ir a vivir con nosotros, prefiriendo vivir sola para poder mantener su independencia, cuando la fragilidad física comenzó a manifestarse con fuerza y la ayuda que sus vecinos le daban en algunos momentos de urgencia no era suficiente, mi mamá tuvo que convencerla a ir a vivir con nosotros.

 

Los trastornos de la demencia nos sorprendieron en un inicio.  Muchos de ellos los fue teniendo mi mamá también cuando fue envejeciendo y quizás yo también los tenga en algún momento.

 

Me daba ternura cuando ya casada la iba a visitar con Lucho y ella me preguntaba curiosa quién era ese joven y al decirle que era mi esposo me resondraba diciéndome que por qué no la había invitado a mi boda.

 

No servía de nada mostrarle las fotos donde aparecíamos juntas, yo con mi vestido de novia y ella con su vestido negro, ya que no aceptaba que su falta de memoria la hubiera hecho olvidarse de algo tan importante.

 

Ella falleció cuando yo vivía en Brasil y cuando mis hijos me preguntan sobre sus orígenes porque al ser extranjeros se siente en la necesidad de afirmar su identidad, yo les cuento con detalles las historias de mi abuelita permitiendo que hasta ahora ella continúe permaneciendo viva en mi…  

 

 

 

Para minha querida avó...

 

A pequena casa que ficava nos fundos do corredor era simples, pequena e mal iluminada como todas as casas daquela pequena vila na Avenida Bolívia, no distrito de Breña (Lima-Perú).  Enquanto minha avó preparava nosso almoço eu brincava com as bonecas de Anita e Queta, filhas da vizinha.  Os vizinhos da minha avó eram um casal de meia-idade que a ajudavam sempre que ela precisava.

 

Caminhar pelas ruas, nas redondezas, era nosso típico plano depois do almoço.  O distrito de Breña era na época um distrito em declínio, já teve tempos melhores, mas a simplicidade dos restaurantes da região era compensada pelos pratos deliciosos que ofereciam.  O frango grelhado da La Carreta, as empanadas da padaria Ligúria e as sobremesas limenhas de uma loja de doces localizada em uma esquina da Avenida Uruguai, eram fantásticas!

 

É interessante lembrar agora, como esses momentos sozinha com minha avó, observando com atenção os prédios antigos de seu bairro que sempre escondiam alguma pequena história por trás ou me encantando com alguma de aquelas iguarias típicas da nossa culinária, me permitiram aproveitar sua companhia e deixaram que minha admiração por ela aumentasse.  Eu, sempre fui curiosa e por isso a atolava com perguntas enquanto me divertia escutando suas histórias e anedotas de juventude que mais tarde me serviriam de material para escrever alguns dos meus livros.

 

Naqueles momentos de escuta atenta, eu nem imaginava como sua história poderia ser interessante e como serviria de inspiração na minha vida. Visitá-la e ficar para dormir na casa dela era algo que eu fazia muitas vezes quando estava de férias na escola. 

 

Com o passar dos anos ela se tornou cada vez mais velhinha e embora resistisse a ir morar conosco, preferindo viver sozinha para manter sua independência, quando a fragilidade física começou a se manifestar fortemente e a ajuda que seus vizinhos lhe providenciavam em alguns momentos de urgência não era suficiente, minha mãe teve que convencê-la a ir morar conosco.

 

Os distúrbios da demência nos surpreenderam no início.  Muitos deles também se manifestaram na minha mãe quando ela envelheceu e talvez, eu os tenha algum dia.

 

Era comovente vê-la nas minhas visitas com Lucho onde ela me perguntava intrigada quem era aquele jovem e quando lhe respondia que era meu marido me reclamava dizendo por que eu não a convidado para o meu casamento.

 

Era inútil mostrar-lhe as fotos onde aparecíamos juntas, eu com meu vestido de noiva e ela em seu vestido preto, já que ela não aceitava que sua falta de memória a tinha feito esquecer algo tão importante.

 

Ela morreu quando eu morava no Brasil e, quando meus filhos perguntam sobre suas origens uma vez que sendo estrangeiros sentem a necessidade de afirmar sua identidade, conto em detalhes as histórias da minha avó permitindo que ela continue viva no meu coração...  

 


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